Fue un domingo cuándo nos reuníamos en la Catedral Metropolitana a celebrar a Santiago Apóstol, fiesta patronal de nuestra ciudad. Ese 24 de julio, durante la misa celebrada por el Cardenal Aós, fueron condecorados laicos y consagrados con la ya tradicional: Cruz del Apóstol Santiago. Reconociendo así su entrega al trabajo pastoral de la arquidiócesis de Santiago de Chile.  

Entre las condecoradas está la Hermana Alicia Arévalo Silva, perteneciente a la Congregación de Hermanas Misioneras Catequistas de Boroa y que en la actualidad se desempeña como coordinadora de catequesis de la Zona Norte. 

"Soy una religiosa feliz, en mi congregación, en mi Iglesia, en la Zona Norte y en todo lo que realizo". Son las palabras de la Hermana Alicia con quién conversamos para conocer a la religiosa tras ese reconocimiento de la Iglesia de Santiago.

¿Qué significó para usted, recibir la Cruz del apóstol Santiago? 

Lo cierto es que nunca he esperado un reconocimiento porque hago realidad mi sueño de servir en la misión y en la catequesis.
Cuando el Padre Ignacio, nuestro Vicario Episcopal de la Zona Norte, me comunicó esta alegre noticia, yo no lo podía creer. -Un regalo de Dios- sorpresa, emoción, gratitud, es lo que afloró en mí.

Una vida entregada al Señor

Le preguntamos sobre su vocación y trabajo apostólico, compartiéndonos parte de su labor pastoral:

"En 1962 ingresé a mi Congregación, tenía yo 16 años. Ya con mis primeros votos religiosos, (luego de 7 años de formación) empecé mi misión misionera en los campos de Boroa, con el pueblo mapuche, hermosa labor"...

La Hermana ha sido profesora, directora de escuelas en la Araucanía, directora diocesana de catequesis en el Instituto de Pitrufquén de la Diócesis de Villarrica, además de todo el trabajo realizado en la Región Metropolitana. 

Algo que no podemos dejar de mencionar es que durante 10 años sirvió en Paraguay en la diócesis de Carapeguá donde fue directora diocesana de catequesis por 5 años y asumió como responsable de la parroquia San Blas, ahí "el sacerdote iba algunos domingos a celebrar la Eucaristía, confesar y administrar la santa unción a los enfermos. Todo lo demás era mi misión: bautizar, celebración de la Palabra sin sacerdote, celebrar matrimonios, velar por la marcha pastoral y económica de la Parroquia".

"Esta fue la experiencia que más ha marcado mi vida religiosa, pues allí no había luz eléctrica, ni agua potable, ni caminos asfaltados. Existían carencias en las escuelas, en el colegio, todo fue un gran trabajo con la comunidad y unir a políticos y autoridades para realizar estos proyectos que se cumplieron en su totalidad. 

El espíritu de Jesús estaba conmigo y con mi comunidad religiosa presente en ese lugar, sin su ayuda imposible hacer este desafío".

Ya en Chile, específicamente en la Vicaría Zona Norte, en su primer periodo como coordinadora de catequesis, desarrolló obras sociales como la creación de "11 ollas comunes para un campamento que fue desalojado desde Santiago y enviado a Lampa sin casas, sin comidas".

Hoy en día, ya lleva 11 años como Coordinadora de Catequesis de la Zona Norte, en lo que es su segundo periodo en el cargo.

"Es una misión grande y hermosa, cuento con el apoyo del Padre Ignacio -Vicario Zonal-, de Jonathan -Secretario Pastoral- y de todos los que trabajamos en la Vicaría. También cuento con el apoyo de los sacerdotes de la zona, del departamento arquidiocesano de catequesis y el gran cariño de los catequistas".

Sin duda, la Hermana Alicia, con su basta trayectoria trabajando en catequesis, termina siendo un referente para aquellos que recién dan sus primeros pasos en esta noble labor en la Iglesia. A todos los catequistas la hermana dirige un último mensaje:

"Queridos Catequistas seamos agradecidos de Dios que nos miró, nos llamó y nos envió a ser alegres anunciadores del Evangelio, a que Jesús sea conocido y amado por todos. ¡No nos cansemos de anunciar el Evangelio!"

¡Gracias Hermana Alicia por su gran testimonio y entrega a Cristo!