La Hna. Edwviges Martínez y sus ocho años de acompañamiento a la catequesis de la Iglesia de Santiago





La Hermana “Edu”, como cariñosamente la llamábamos, partió a su México natal en diciembre pasado y desde allá nos comparte su trayectoria de ocho años, principalmente en la Vicaría Zona Sur, reflexionando acerca de los desafíos de la catequesis en la actualidad.

La Iglesia que camina en la Zona Sur de Santiago fue el lugar elegido para que la hermana Edwviges Martínez de la congregación de las Hermanas catequistas de Jesús Crucificado animara la catequesis. Desde su llegada en agosto de 2015, coincidiendo con la festividad de San Alberto Hurtado, la religiosa fue testigo de la compleja trama de la Iglesia chilena: desde la crisis por los abusos hasta el estallido social y la pandemia. En esta entrevista, la Hermana Edwviges comparte su experiencia única, marcada por el desafío de acoger la riqueza de la catequesis familiar chilena.

¿Cuál fue su aporte a la catequesis en la Iglesia de Santiago?

En estos ocho años, creo que uno de los aportes fundamentales fue el enfoque en la formación permanente de los catequistas. A veces, se subestima la necesidad de continuar aprendiendo, pero trabajamos para que comprendieran que la catequesis es más que un servicio; es una vocación específica. Invertir en su formación, sin importar cuánto tiempo estuvieran con nosotros, representaba apostar por ellos como individuos y cristianos.

Entre los frutos que recoge la Hermana Edu, se encuentran el reconocimiento del papel crucial de los coordinadores parroquiales de catequesis. Nos cuenta que la mayoría de las 38 parroquias de la Vicaría Zona Sur valoraron este rol no solo como un título, sino como una contribución significativa.

Además, valora muchísimo todo el esfuerzo que hizo la arquidiócesis de Santiago para crear un ambiente sano, cuidando de las familias y fomentando un sentido de comunidad: “Todos estos frutos permitieron no solo ver la catequesis como algo separado, sino como un esfuerzo conjunto y comunitario. Aunque algunos puedan resistirse a la idea de una iglesia sinodal, siento que, desde antes, hemos buscado formar comunidad, caminar juntos y hacer historia juntos”, nos cuenta la religiosa.

Formación y Trabajo en equipo

Otra iniciativa que recuerda con cariño la Hna. Edwviges es el trabajo con el equipo de formadores de catequesis y la escuela de catequistas: “Al principio, en 2014, éramos alrededor de 20 alumnos. Pero a lo largo de los años, la escuela de otoño para catequistas se consolidó. Durante mi tiempo, logramos que más de 100 catequistas se formasen anualmente, incluso llegando a otras zonas y fuera de Santiago, especialmente durante la pandemia, cuando la formación en línea abrió nuevas oportunidades”.

Uno de los frutos de estas escuelas, agrega la hermana, fue fortalecer la conciencia vocacional de los catequistas, reconocer la importancia de los coordinadores parroquiales, cultivar un ambiente de comunidad y consolidar programas de formación que trascendieran las fronteras geográficas, llevando la catequesis a nuevos horizontes.

Memoria agradecida por su paso por Chile

Con un corazón lleno de gratitud, la hermana Edu se despide de la Catequesis en Chile, agradeciendo a los catequistas y asegurando que la distancia no rompe los lazos de amistad, extendiendo la invitación para que la visiten en México.

En la actualidad, la religiosa se encuentra en Guadalajara, trabajando en la elaboración de materiales catequísticos. Destaca la labor de su congregación en la creación de subsidios para la catequesis, que no solo enriquecen a México sino que también se distribuyen internacionalmente: “Agradezco a los catequistas por convertirme en su familia, los animo a perseverar en su llamado”, finalizó la Hermana Edwviges Martínez, HCJC, desde México.

 






  
  

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